La foto que subí la tomé ayer desde la ventana de mi oficina, quería que se notaran las gotitas de lluvia, esas gotitas que me ayudaron a tomar la decisión de no haber ido a clases en la tarde y saber de boca de mi profesor -y no de mis compañeros- que me saqué un rojo en la presentación del viernes pasado.
Se viene pesado este semestre, el penúltimo por suerte. Y ya estoy agotada.
Hoy me desperté temprano para estudiar, aún estoy con pijama sentada en el sofá del living escribiendo esto y con word abierto por si sale otra idea de finanzas. Sé que estoy angustiada, pero no puedo identificar la razón, no creo que sea solo la mala nota que tengo en el ramo clave de mi carrera, tampoco creo que sea porque no he avanzado mucho en el resumen para la prueba del jueves.
Escucho Sigur Rós tratando de despejarme un poco, eso necesito... aclararme para poder escribir tranquila y algo con sentido. Pero en realidad, será necesario que todo siempre tenga algún sentido? Las líneas anteriores no son en vano, dejarnos llevar por unos momentos nos muestra cómo realmente somos, cuando pensamos mucho rato en responder alguna pregunta es porque no queremos entregar nuestra verdadera respuesta, sino alguna para aparentar o impresionar, y eso ocurre tantas veces o más de las que mi corazón late.
Agradezco las cosas sencillas que sucedieron el fin de semana largo, además a todos los que me han visitado durante este tiempo de castigo (que yo misma me auto inflingí por dedicarle tanto tiempo al blog dejando de lado otras cosas) y también a ese anonymous que dejó la canción de Fito Páez.