El sábado fui a Santiago a un concierto, poco más de dos horas de espera, y me ubicaba a 3 metros del escenario.
Pasado de las 21 Hrs. se apagan las luces, aparece el trío frente al teatro que tenía alrededor de 1200 espectadores, gritos, algarabía. Comienzan con un tema del disco nuevo, "Fe". Gritos y más gritos, empujones, me empieza a faltar el aire, la jaqueca comenzaba a amenazar, no importa, la música que tanto había esperado al fin estaba ahí! Más gritos, empujones, calor, olores irritantes, humo, mucho sudor, más olores.
La jaqueca me saluda, no soporto ahí adelante, no puedo respirar, empiezo a retroceder, y encuentro mi punto exacto. Veo todo, mi mente se conecta a esa voz melodiosa, a esa música perfecta y llena de energía. El trío se sienta en medio del escenario y tocan 3 temas acompañados por los acordes de sus guitarras y luego "Tú", a capella.
Siguen los temas del disco nuevo, los que incluyen nuevos instrumentos, y un cuarteto de violines. La pantalla del escenario muestra imágenes acordes a cada canción, y un juego de luces propio de la banda, lindo detalle.
La música no se detiene, Claudio se emociona y le caen unas lágrimas cuando canta "Juro al Sol", yo sólo observo concentrada en lo que esta ocurriendo, río.
El show ya está finalizando, han pasado casi 3 horas, después de haberse emocionado nuevamente hasta las lágrimas con una canción dedicada a sus hijos, el público pide a gritos "ver el fin", ellos ceden, luego comienzan a despedirse, Claudio está eufórico, abraza a sus compañeros, camina, mira al público, se lanza. Todos se aglomeran, yo sigo observando. Seguridad trata reiteradas veces de sacarlo de ahí hasta que lo logra, de vuelta al escenario él sólo ríe, y también sonrío.
Eduardo tira champaña, celebran, se retiran.
34 intensas canciones, mucha magia, y un dolor de cabeza espantoso es el recuento de ese día.
(Quise compartir esto por la emoción que me produce la música, que junto a otros, es uno de los placeres de mi vida)
La jaqueca me saluda, no soporto ahí adelante, no puedo respirar, empiezo a retroceder, y encuentro mi punto exacto. Veo todo, mi mente se conecta a esa voz melodiosa, a esa música perfecta y llena de energía. El trío se sienta en medio del escenario y tocan 3 temas acompañados por los acordes de sus guitarras y luego "Tú", a capella.
Siguen los temas del disco nuevo, los que incluyen nuevos instrumentos, y un cuarteto de violines. La pantalla del escenario muestra imágenes acordes a cada canción, y un juego de luces propio de la banda, lindo detalle.
La música no se detiene, Claudio se emociona y le caen unas lágrimas cuando canta "Juro al Sol", yo sólo observo concentrada en lo que esta ocurriendo, río.
El show ya está finalizando, han pasado casi 3 horas, después de haberse emocionado nuevamente hasta las lágrimas con una canción dedicada a sus hijos, el público pide a gritos "ver el fin", ellos ceden, luego comienzan a despedirse, Claudio está eufórico, abraza a sus compañeros, camina, mira al público, se lanza. Todos se aglomeran, yo sigo observando. Seguridad trata reiteradas veces de sacarlo de ahí hasta que lo logra, de vuelta al escenario él sólo ríe, y también sonrío.
Eduardo tira champaña, celebran, se retiran.
34 intensas canciones, mucha magia, y un dolor de cabeza espantoso es el recuento de ese día.
(Quise compartir esto por la emoción que me produce la música, que junto a otros, es uno de los placeres de mi vida)